En mayo se aprobó el Real Decreto 444/2024. Aunque su nombre puede llevar a confusión, esta normativa se conoce como la “Ley de Influencers”. Un marco legislativo que pretende dar contexto y ordenar el trabajo de estos creadores de contenido que en los últimos años han ganado un notable peso en las decisiones de los demás y su capacidad de influencia es asombrosa. Vamos a conocerla un poco más en detalle:

Antes de entrar en profundidad en la normativa, lo primero es determinar quiénes son “influencers”. Se trata de personas relevantes que, a priori, han surgido del mundo de internet. Sus declaraciones, actividades y comentarios son seguidos por miles de personas, sobre todo, gente joven. Con el tiempo se han vuelto más trascendentes y las marcas recurren a su imagen para atraer a públicos masivos. Ahora es algo habitual que veamos a profesionales como Ibai Llanos, Dulceida, The Grefg o Cristinini en anuncios, programas de televisión o participando de alguna manera en actividades y eventos que se retransmiten no solo a través de internet. 

Este fenómeno ha cobrado una relevancia sin precedentes en el ámbito comercial. Este crecimiento exponencial también ha generado la necesidad de establecer un marco legal que regule sus actividades y proteja tanto a los consumidores como a los propios influencers. El nacimiento de la Ley de Influencers surge como una respuesta a estas demandas. El objetivo es establecer normas más claras y nuevas responsabilidades específicas para quienes desempeñan este rol en la sociedad. 

Directrices para regular las actividades de los influencers

Esta norma tiene un nombre técnico, el Real Decreto 444/2024. Se trata de un conjunto de directrices diseñadas para regular las actividades de los influencers en España. Esta legislación surge en respuesta a la creciente preocupación por la falta de transparencia y responsabilidad en las promociones y contenidos difundidos por estos creadores. 

Pero tiene un truco. ¿Qué es un influencer? ¿Puede ser cualquiera? ¿Es cualquier persona con un canal de YouTube o Twitch? Evidentemente no. La norma se dirige a aquellos  creadores con ingresos anuales que superan los 300.000 euros y más de un millón de seguidores. Es decir, que cuentan con unos registros que no están al alcance de cualquiera. El objetivo, por tanto, es que sean considerados como prestadores de servicios de comunicación audiovisual y sean equiparables a las propias televisiones. 

Los discursos de estos influencers tienen un impacto significativo en las decisiones de consumo de sus seguidores. La normativa busca garantizar que esta influencia se ejerza de manera ética y responsable, protegiendo a los consumidores de prácticas engañosas y asegurando que los contenidos sean adecuados y seguros para todos los públicos, especialmente los menores. Y, para ello, se plantean algunas medidas restrictivas.

“Desde Influenzze entendemos, además, que a este marco de responsabilidades y obligaciones para los creadores de contenidos se ha de sumar la formación de una profesión que va más allá de la simple generación de contenido”

Bárbara Yuste, directora de Influenzze, considera “crucial” que esta nueva forma de comunicación se desarrolle de forma ética y responsable, puesto que la influencia de los creadores de contenidos en los últimos años ha crecido en la sociedad, especialmente entre los jóvenes, y sus opiniones y recomendaciones pueden tener un impacto significativo en las decisiones de consumo, estilos de vida y comportamientos de sus seguidores. “Desde Influenzze entendemos, además, que a este marco de responsabilidades y obligaciones para los creadores de contenidos se ha de sumar la formación de una profesión que va más allá de la simple generación de contenido”, asegura. 

“Un influencer no solo debe conocer y ahora cumplir la normativa, sino que ha de ser consciente de la ética de la comunicación, la responsabilidad que conlleva su rol y las mejores prácticas para conectar de manera auténtica con su audiencia, buscando generar un impacto social positivo”, añade Yuste, al tiempo que deja claro que la formación “es clave para desarrollar habilidades que garanticen una influencia positiva y consciente, así como una relación de confianza y transparencia con sus seguidores”.

Estas son las sanciones a las que se enfrentan

Y cuando hablamos de “medidas restrictivas” queremos decir lo que todos estamos pensando: sanciones. Y bastante elevadas (hasta 600.000 euros por incumplimiento en caso de sanción grave). Aunque ahí está la trampa. Requiere que estén dados de alta en un registro y, por el momento, han sido solo 54 nombres los que lo han hecho. ¿Quiere decir que ya se ha quedado obsoleta? La realidad es que estos requisitos de obligatoriedad están fuera del alcance de la mayoría de creadores de contenido de España.

Además de establecer obligaciones claras para los influencers, la normativa también introduce algunas protecciones para estos profesionales. Por ejemplo, se reconocen sus derechos como trabajadores autónomos, lo que les permite acceder a beneficios sociales y fiscales. También se intenta fomentar un entorno más profesional, donde los creadores pueden operar con mayor seguridad jurídica y confianza. Este marco legal no solo beneficia a los influencers, sino que también aporta claridad y confianza a las marcas y agencias que colaboran con ellos, promoviendo relaciones comerciales más transparentes. 

Según la directora de Influenzze, la regulación y la formación son pilares fundamentales para profesionalizar el sector de los influencers en España. “Esto no solo protege a los consumidores, sino que también fortalece la industria y asegura que los influencers puedan ejercer su labor de manera sostenible, ética y responsable”. Así que veremos cómo evoluciona.


Imagen: Adobe Firefly